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Mis villanos favoritos: la Tecnocracia

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La Tecnocracia no te odia. Puede que figures en sus planes, es cierto, pero no hay visceralidad ni animadversión en ello, solo pragmática: nunca serás un enemigo, aunque quizá sí un objetivo. En ese caso, tu existencia se enfrenta a nuestros propósitos y deberás ser eliminado por simple profilaxis.

No hay malas intenciones en la Tecnocracia. Se busca el bienestar de todos los humanos, aunque no se le reconoce a la Humanidad, lo admito, capacidad de dirigir sus destinos con sabiduría. Se impone un tutelaje por parte de una élite selecta, discretamente disfrazada tras la apariencia de una democracia participativa.

Estamos acostumbrados a enemigos que persiguen destruir nuestro mundo, nuestra cultura, nuestra sociedad. Pérfidos seres destructivos que solo buscan el caos. La Tecnocracia no busca el caos; busca el Orden. No desea destruir nuestra sociedad, solo quiere encorsetarla. Quizá les hayas visto. Son personas normales, pulcras en el vestir y educadas en las formas. Son el tipo de vecinos que te gustaría tener, que pagan sus impuestos y que conocen el significado del trabajo bien hecho. ¿Sabes porqué no has reparado en ellos? Porque son el estilo de personas en el que confías.

¿Prefieres la auténtica realidad? ¿El mundo tal y como es? Piénsalo dos veces. Los agentes de la Tecnocracia son hombres y mujeres valientes que se han enfrentado cara a cara con lo que se esconde en la sombra. Saben lo que hay tras las leyendas de los viejos y tras las acusaciones de los conspiranoicos, e intentarán salvarte de esas verdades inaceptables. Mira a tu alrededor y plantéate con honestidad si lo que la gente prefiere es la libertad, o la sensación de libertad.

Hablan de realidad. Los Extraños siempre hablan de realidad. ¿Es realidad la superchería que se esconde tras sus trucos de salón? La Tecnocracia mide el universo, lo clasifica, si es preciso lo disecciona. Observa las comodidades que te proporciona el mundo moderno que hemos desarrollado para ti. No atiendas a leyendas ni a cuentos de hadas; son buenos para los niños pero un adulto ha de regirse por la infalibilidad de la ciencia. Rechaza las fábulas. La Tecnocracia nunca ha aceptado la explicación del absurdo, ni el acomodo de una trascendencia no validada. Los científicos que trabajan para ti te ofrecen un mundo de razonada matemática y justificada previsibilidad. No aceptes más incertidumbre que la que acotan las leyes de la estadística y probabilidad.

Son los Otros los que suponen un peligro para la Humanidad. Los extraños, los que se esconden tras las máscaras. La Tecnocracia está formada por personas como tú. Están dispuestos a poner en peligro sus vidas para devolver tus barrios y ciudades a la normalidad, a levantar una verja alrededor de la “realidad” para hacerla inaccesible a los seres ajenos, a los monstruos evasivos que acechan a los débiles y a los mal informados.

No hace tanto que Ellos regían. Recordadlo, pues ese es el paraíso que os prometen. Insalubridad, malnutrición, miedo a un mundo, no trascendente, simplemente aún no suficientemente explorado; ¿eran más iguales los hombres cuando gobernaban Los que ahora se esconden? Os exigían ceguera autoimpuesta para evitar el castigo de un Dios improbable. Nosotros trajimos la electricidad y la penicilina, derrocamos reyes, creamos la banca y los parlamentos; no atendáis a su propaganda, nosotros ganamos rápida y expeditivamente, y así evitamos nuevas guerras.

Esta es nuestra oferta. No podemos ofrecerte más porque nadie puede. Si piensas que el mundo es un lugar complejo que necesita una mano amistosa que lo proteja y dirija, da un paso al frente. Si crees que ese grupo de “visionarios” es capaz de salvar a la Humanidad con sus canciones y sus burbujeantes calderos oxidados, eres libre de volver con ellos.

¿Lo has pensado mejor? Ahora, ¿de qué lado estás?

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