Alonso mira con desprecio a Pasamonte y a su perro guardián.
-Conservad vuestras monedas y vuestra vileza. No pienso pisotear a nadie para conseguir vuestra confianza.
El soldado de los tercios se gira y se aleja, satisfecho con su entereza moral, pero sabiendo que el grupo ha perdido una gran oportunidad para avanzar en su investigación.