Alonso saca su espada y la dirige al cuello del mal escritor.

-¿Usáis el nombre de Avellaneda al escribir libros robados?- pregunta, en mal tono. Pasamonte pierde toda su vakentía con el acero a un palmo del gaznate.

-¿De qué habláis?- solloza.

-¿Habéis escrito una parodia del Quijote con la que devolverle a Cervantes ofensas y humillaciones?- Jerónimo de Pasamonte lloriquea, negando con la cabeza.

-No sé de qué me habláis, hace años que no escribo.

Alonso empieza a creer sus palabras cuando Pasamonte rompe a llorar, y casi está seguro cuando el pobre viejo se orina encima. Pasamonte no es Avellaneda o habria cantado hasta el Miserere. Pero aún tienes que proteger a Cervantes de los desvaríos de este loco.