Una vez localizas a todos los presentes, y decides que no suponen una amenaza real para ti, entras con seguridad en la habitación, con la pistola en la mano.
-En efecto- les das la razón-, había más miembros en la patrulla.
Los hombres se miran, comprendiendo que carecen de ventaja estratégica, y valorando si deberían actuar.
-Pensar que no voy a disparar es no conocerme- adivinas sus pensamientos, apuntándoles uno por uno con tu pistola. Comprendes que se han dado cuenta de que controlas la situación-. Liberad a mis amigos.
Primero a Amelia, luego a Julián, tus compañeros de patrulla recuperan la libertad.
-Dejadnos que os devolvamos vuestra cortesía.- sonríe Julian, que les esposa con las manos a la espalda.
-Vayámonos- os insta Amelia-. No podemos perder tiempo. Aún hay mucho que hacer.
Corriendo a toda prisa, abandonáis esta vieja cabaña que casi ha supuesto el final de vuestra misión.