Guardas un largo silencio que no sabes cómo estará interpretando Lola Mendieta.

-Puedes traficar con la Historia de tu país- dices por fin-. Vender armas nucleares a un gobierno fascista, mercadear con miserables perseguidos por la justicia. Pero lo que nunca podrás hacer…nunca- enfatizas, colérico- es comerciar con la muerte de mi mujer.

Lola te mira, no podrías decir que decepcionada, sino casi admirada.