Aguantas las respiración y maniobras con cuidado frente al marinero, que no altera sus rítmicos ronquidos a tu paso. Ser tan menuda resulta ser una ventaja, y puedes salvar el obstáculo sin problemas, ¡deberás hacer notar a tus compañeros que no sólo eres el ratón de biblioteca del grupo!. La puerta que da acceso a la sala de máquinas está abierta y consigues entrar sin despertar al negligente vigilante; has alcanzado tu objetivo.