¿Un caballo? ¿En serio? Puedes manejarte en uno al trote, pero controlarlo al galope, persiguiendo a un fugitivo está fuera de tus habilidades. El propio animal nota tu torpeza y se para en seco en el terreno abrupto por el que quieres dirigirle. Sales precipitado por encima de su cabeza y ruedas golpeándote con cada piedra de la labranza. Tus compañeros llegan corriendo a tu posición.
-Estoy bien.- mientes, mientras el extraño se aleja. Tu brazo derecho cuelga evidentemente desencajado. Alonso tiene suficiente experiencia en batalla como para ser capaz de hacerte los primeros auxilios.
-Puedo encajartelo- asegura-. Lo haré cuando cuente…
-¡Auuu!- gritas, cuando el soldado te coloca el brazo de repente-. ¡No has contado!- protestas. Alonso se encoge de hombros.
-Así duele menos.- argumenta. Bufas.
-La segunda mentira que me cuentas.
-No podemos seguir así- valora Amelia-. Volvemos al 2015.
-Pero la misión es importante- dices-. Vosotros podríais quedaros…
-Sólo si el Ministerio no es capaz de mandar a nadie.- negocia Amelia. Alonso asiente.
-El grupo debe permanecer unido.
Demasiado mareado como para debatir, te dejas guiar por tus amigos al pueblo. Deberías haber sido más astuto, deberías haber valorado tus opciones antes de actuar. Pero lo único en lo que eres capaz de pensar es en el tiempo que tardarán en actuar los calmantes que te has tomado.