-Resulta que el ilustre cuya puerta curiosea es amigo mío- lanza Julián-, ¿puedo saber qué busca de ese anciano venerado?

El bravucón ve agotada su paciencia y pone los brazos en jarra, dejando bien visible la vizcaína y la daga que escondía bajo la capa.

-Pues sí me están dando ganas de aclarárselo.- antes de que Julián pueda reaccionar, el matón saca su daga y se lanza como un relámpago contra el funcionario del Tiempo, que recula rápidamente, pero no lo suficiente como para que el acero pruebe su costado. Una anciana devota que sale de la iglesia ve la escena y rompe en gritos y el valentón, curándose en salud, da la vuelta y se aleja. Julián se echa la mano a la herida que, afortunadamente, no parece ser grave, pero sí profunda y aparatosa. Los transeuntes y los curiosos se arremolinan, y Julián puede cubrirse discretamente con su capa para llamar a Amelia y a Alonso, que podrán acompañarle al 2016 para recibir atención sanitaria moderna. Pero, por desgracia, la misión ha fracasado y nunca podrán descubrir la identidad ni las motivaciones de Avellaneda.

FIN