Lope se limita a asentir.
-Conocí a un hombre hace unos meses, un hombre desdichado, justamente resentido. Me reconoció y me mostró su reconocimiento. Me confió ser enemigo de Cervantes, y aseguró sentirse humillado en su Don Quijote. Dijo que planeaba vengarse del autor en su propio terreno, con la Mancha y las palabras como escenario de la batalla.
-Y vos le ayudáis.
Lope asiente.
-Admito que su tomo de admiración hacia mi agradó a mi ego, pero ese desdichado también tocó mi compasión. Le di algo de dinero, suficiente para subsistir unos meses, y contraté a un corrector capaz para limar su estilo; yo no dispongo de tiempo, admito que tampoco de ánimo y confieso que no quiero mancharme las manos de tinta envenenada.
Amelia le sonríe con comprensión.
-Lope, es de vital importancia que encontremos a ese hombre. Cuentas con mi palabra, y con la garantía de mi cariño, que no le queremos hacer ningún mal, ni interferir -más al contrario- con su trabajo. ¿Podrías decirnos quién es y dónde podemos encontrarlo?
-No os puedo decir quién es ni dónde vive- admite-, pero le conocí en las gradas de SAN FELIPE, conocido mentidero donde se codean los sublimes y los mezquinos y donde mucho se habla pero ninguna verdad se dice. Si llegáis a descubrir algo más de él, quizá podréis preguntar por él allí y puede que le conozcan. Siento que la prisa vuelva a alejarte de mi lado tan deprisa, Amelia. Rezo porque un día pueda disfrutar de tu compañía sin sentir que el tiempo es nuestro enemigo.
-Creeme, Lope- le acaricia la cara con dulzura-. El tiempo es nuestro principal aliado.
Anota Pista 2