Alonso camina al lado del matarife italiano pensando en una excusa para separarse de él, o un momento para emboscarle, pero Castellini le ofrece la oportunidad en bandeja.

-Debo pasarme por mi hostal para recoger a otro hombre- le dice-. Adelantaos y nos veremos en la puerta de la casa de ese cagatintas, ¿os place?

Alonso de Entrerríos asiente. La pareja se separa y el viajero en el tiempo apenas da dos pasos antes de ocultarse en la sombra y volver sobre sus pasos. En pocos minutos llega a la puerta de la casa de Pasamonte. Se ve una débil luz en la planta superior, quizá la habitación donde el noble caído en desgracia fantasea sobre el resultado de su plan. Alonso entra en la casa, esperando no haber hecho demasiado ruido. Le recibe la oscuridad y el olor a carcoma y miseria.

-Sube a interrogarle

-Busca alguna pista para sacar sus propias conclusiones