-No iré a la casa de Cervantes sino es para proteger a ese buen hombre y mejor escritor- dice Alonso-. Humanidad y brillantez, dos campos en los que os supera por mucho.

-¡Judas!- brama el otro. Alonso no altera el gesto.

-Ahora me vais a responder a unas preguntas. Sed sinceros y prudentes y conoceréis la mañana. ¿Habéis tramado alguna otra estrategia para humillar a Cervantes?

Los insultos no afectan al soldado, que concreta su pregunta.

-¿Habéis escrito alguna obra con la que socavar la honra del buen don Miguel?

-No entiendo a qué os referís.

-Un Quijote- Pasamonte abre los ojos de par en par-, un falso Quijote que ponga las cosas en su sitio. No se equivoque, no se lo voy a impedir, más al contrario.

-¿Una continuación del Quijote con el que echar por tierra las mentiras de ese bujarrón utilizando para ello sus bufonescos personajes?- se plantea Pasamonte-. No es mal plan, pero no es el mío.

Si Alonso se contiene es por respeto por sus canas.

-No debo ser el único que odia a Cervantes- se defiende el viejo-. No pocos enemigos hizo ese perro en su estancia en el ejército y en Argel.

-Como descubra que me miente- dice, mientras comienza a remover toda la habitación-, ni ese mal Quijote os servirá de escudo.

Nada. Papeles mal redactados y sin relación con el caballero de la Mancha. En un último intento, fuerza un pequeño arcón pero no hay ningún libro en su interior. Ni nada más.

-No es lo que busco, pero- Alonso piensa un momento- ¿dónde está el dinero?¿Cómo piensa pagar

a sus matones? Los mercenarios no fían.

Pasamonte, aunque descubierto, muestra casi sensación de desahogo.

-Esta es una misión suicida, al menos para mí. Que responda Cervantes, luego responderé yo ante esos rufianes con mi vida si es el pago que quieren cobrarse.

-Si no sois Avellaneda poco interesáis- bufa Alonso-. Salvaré a un escritor que no se merece su destino. Vos apáñeselas como mejor pueda.

Alonso corre tan veloz como le permiten sus piernas. Si aborda a los matones antes de que entren en casa de Cervantes, podrá decirles que no esperen pago, y si no hay pago, no habrá acción. Alonso conseguirá proteger al manco de lepanto y ya ha descartado a uno de los sospechosos. Por desgracia, poco más cerca están el equipo de encontrar a Avellaneda.