Alonso sube las escaleras de la casa del dramaturgo y en la habitación del ilustre ve a Cervantes en camisón, de rodillas y con los ojos vendados y a Luca de pie, con su daga dispuesta.

-¿Vos?- pregunta el italiano-. No era este el lugar que os encomendé.

Alonso analiza la situación. El engaño no es ni ha sido su fuerte, pero puede ser útil en este momento. Su posición no es ventajosa pero podría intentar lanzar una estocada rápida que habíe al italiano. Pero también observa que el mercenario dejó una pistola de chispa bien cebada en la mesa junto a la puerta, no sería mala idea utilizarla.

-Usa la Pistola

-Usa la Espada

-Usa la Mentira