Alonso salta hacia adelante, con la espada apuntando al pecho de su rival, que traza un arco con su daga para desviar el ataque. Luca trastabilla y cede espacio, pero la mala fortuna ha querido que, en su defensa, haya provocado una fea herida en el cuello al dramaturgo. Cervantes yace en el suelo, desangrándose sin entender lo ocurrido. El italiano mira a Alonso con desprecio.
-Todo tuyo.
Y pies para qué os quiero. Alonso intenta frenar la hemorragia y llama a sus compañeros, rogando con todas sus fuerzas que Julián llegue a tiempo y salve a Cervantes. En su intento de preservar el segundo Quijote, la patrulla ha conseguido que la vida del mayor escritor de la lengua castellana corra peligro de acabar prematuramente. La misión ha sido un fiasco.