-Chicos- musita Amelia, avergonzada-. Recordad que nos hemos quedado sin dinero.
-¿Sin un mal real?- pregunta Alonso, incrédulo. La jefa del grupo niega con la cabeza.
-Lo justo para volver a Cartagena y atravesar la puerta del Tiempo.
-Podemos seguir al chico- propone Julián-. Descubriríamos dónde se esconde ese intrigante.
-O enseñarle los nudillos- aborda directamente Alonso-. Es mucho lo que aquí nos jugamos.
Pero vuestros planes chocan con una dificultad imprevista. El chico ha volado. Resoplas, con una evidente decepción.
-Triste país este- te lamentas-, en el que sus funcionarios no tienen dinero ni para sobornar a un niño.