Una moto. Oh, sí. Subes a ella de un salto y aceleras, levantando una nube de polvo a tu paso. Rodeas a tus compañeros y con el motor rugiendo te lanzas contra ese sospechoso individuo, que se gira al oírte y salta a un lado para evitar que le embistas. Cuando ve que giras con pericia y vuelves a donde se encuentra levanta las manos en señal de rendición.

-¡Detente, te lo ruego!- lloriquea.